Leer Harry Potter sin ser una niña

28 jun 2017


Hace veinte años la historia de muchos lectores a nivel mundial cambió radicalmente cuando apareció en librerías Harry Potter y la piedra filosofal, la primera entrega de un niño mago que no sabía que lo era, pero que descubre todo un mundo al llegar a Hogwarts, el colegio de Magia y Hechicería. La historia de cómo esta saga revolucionó el mundo de los niños de la época es bastante conocida, tanto en el ámbito literario como el académico (¿sabían que existen tesis que abordan diferentes aspectos de la saga?). Harry Potter marca un antes y un después y podría decirse que logró lo que muchos adultos consideraban casi inalcanzable: ver niños y jóvenes esperando a puertas de las librerías para ser los primeros en adquirir los ejemplares, ver sus rostros escondidos entre las páginas de cada uno de los libros durante hora, devorando las aventuras y desventuras del Harry, Ron y Hermione a lo largo de sus años de colegio. Si existe una historia que es capaz de convertir la lectura por obligación en lectura por placer, en robar horas de sueño para vagar por los pasillos de un castillo, en susurrar palabras en latín para aprender un hechizo… esa, es Harry Potter. 

Sin embargo, no escribo estas letras como una lectora que de niña vivió esta fiebre, sino que es la crónica de una mujer adulta que ha ingresado a este mundo de magia por decisión propia, que hasta hace poco se rehusaba a conocer la prosa de Rowling y que por circunstancias del destino tuvo que dar marcha atrás y volverse una potterhead de corazón.
Esta es, por lo tanto, mi historia.

Cuando apareció la saga Harry Potter y las librerías - las pocas que habían en Lima - inundaban sus vitrinas con las portadas, la Victoria de veintitantos años veía con asombro el movimiento que suscitaban ese grupo de libros: niños que rogaban para adquirir sus ejemplares y una fiebre que iba en aumento al confirmarse una adaptación cinematográfica. Sin embargo, la idea de que era “una historia para niños” siempre estaba presente y era lo que me llevaba a dar marcha atrás (ver más colas interminables en las funciones cinematográficas me reafirmaba en ello). Los años pasaron y mi conocimiento era absolutamente superficial: apenas sabía la trama principal y no había visto ninguna de las películas de esta franquicia… ni tenía deseos de hacerlo a corto o largo plazo. Pero por cosas de la vida, trabé amistad con los que ahora son mis amigos: un grupo de booktubers y bloggers que había leído Harry Potter desde pequeños, pero sobre todo, habían crecido con esta saga que era parte de su infancia y la razón por la cual se enamoraron de la literatura.

Yo, como pez fuera del agua, desconocía referencias cuando las mencionaban y me justificaba con que era muy tarde para poner remedio al “problema”, que quizás de niña la habría disfrutado, pero que ahora, una adulta, era poco probable que surtiera el mismo efecto que ellos. Largas fueron esas discusiones - y un sinfín de recomendaciones - hasta que un día me hicieron prometer leer al menos la primera entrega. Tomé el libro a regañadientes, subí al transporte de siempre (e incluso posteé una foto con la frase “de un vagón de tren a un bus camino a Hogwarts”) y empecé a buscar la magia de la historia. Descubrí que la historia era fascinante pero me quedaba la sensación de que en la infancia la intensidad al leerla hubiera sido mayor. Rowling y su mundo mágico eran ideales para sumergir a cualquier niño en la lectura y la emoción de poder comentar de ellos en mi círculo de amigos era un punto a considerar al momento de continuar con la segunda, la tercera e incluso la cuarta entrega, momento en que deja el corte más infantil y el Caliz de fuego viene a cambiar el matiz de la trama y darle cierto halo de misterio y oscuridad que me impidió despegarme de sus páginas. La Orden del Fénix se convirtió en el libro más desgarrador de la saga, sentir el dolor a través de las páginas me hizo derramar muchas lágrimas y cuestionarme cómo Rowling lograba revivir las emociones que años atrás yo misma había experimentado con mi familia. Si me pidieran en este momento que hiciera un top de novelas que marcaron mi vida, la quinta entrega estaría en un lugar absolutamente privilegiado. 


Llegar a Las reliquias de la muerte fue comprender comprender lo que significa ingresar a este mundo de magia y de amistad. En pocas líneas la autora es capaz de llevar tus emociones en un vaivén hacia la cumbre más alta y soltarte sin previo aviso hacia el vacío de la más absoluta tristeza. Puede que leer esta saga siendo niño sea una de las mejores experiencias que se pueda vivir, pero hacerlo de adultos tiene definitivamente otro matiz: eres capaz de regresar por unas horas a esos años de juventud a experimentar aquello que una vez viviste y sentir a través de las páginas cada giro de la historia. Creo que no hay palabras que puedan expresar en lo que esta saga se convirtió para mí. Y debo también recalcar que cuando tuve la oportunidad de releerla en su versión ilustrada, sentí la magia como si fuese una niña nuevamente.

¿Vale la pena leer Harry Potter? Absolutamente.
¿Importa la edad que tengas? No. Demuestra de principio a fin puede ser disfrutada por niños, jóvenes o adultos, que seas de donde seas y hayas vivido más o menos años, hay un pasaje que te espera en el Expreso a Hogwarts, listo para embarcarte a un mundo del que no querrás salir. Para muestra, mi experiencia.



Reseña: 26 besos

19 jun 2017

26 BESOS
Mi puntuación: ★ ★
+ Datos sobre el libro | Lee los primeros capítulos 

El verano ha llegado a Michigan y Mel, Seth y Vee deberían estar preparándose para disfrutar los últimos meses antes de que acabe la escuela y cada uno tenga que tomar la difícil decisión de escoger una universidad y separarse para perseguir sus sueños. Pero no es el mejor momento para Vee: hace solo un par de semanas terminó con su novio de toda la vida y aún no lo ha superado (especialmente porque las razones de Mark le parece cuanto menos egoísta). Además, junto a Mel y Seth siempre ha sido los mejores amigos, pero ahora ella sospecha que esos dos se traen algo entre manos y no se siente preparada para perder su amistad si animara a cualquiera de ellos a dar el primer paso e iniciar una relación. Mientras los días pasan, Vee consigue dos cosas para esos meses de sol: primero, un trabajo de medio tiempo que le permitirá interactuar con muchos turistas y pasar bastante tiempo al lado de Killian, un chico que vive en el pueblo vecino que parece haberse fijado en ella (y él tampoco está nada mal). Lo segundo es que, sin darse cuenta, se ve involucrada en una especie de reto personal. ¿Y si para superar a su ex novio lo que realmente le hace falta es besar a otros chicos? Y ya que estamos… ¿por qué no un chico por cada letra del abecedario? Es así como el verano de Vee se convierte en el verano de los 26 besos, en su afán de demostrarse a sí misma que es capaz de lograr lo que se proponga. Al menos, la letra K ya la tiene asegurada, ¿no?

La vida no se trata de encontrarte a ti mismo. La vida se trata de crearte a ti mismo

Sé que siempre digo que no debemos juzgar un libro por su cubierta y al menos en mi caso, trato de aplicar esta idea conmigo misma. 26 besos tenía una portada que desbordaba romance (o al menos es lo primero que vino a mi cabeza al ver tanto pintalabios), pero lo que me llevó a la curiosidad es que estuviera editado por el sello #Numeral, que es relativamente nuevo, pero cuyas historias han logrado sorprenderme porque hasta ahora ha sabido escoger bien las traducciones y acompañarlas con ediciones bien cuidadas. Digo hasta ahora porque me parece – espero – que este libro será mi excepción a la regla (en mi propia opinión, claro está). No porque la historia sea mala, o porque los personajes caigan mal, sino porque cuando uno llega a tomarse algunos minutos en pensar seriamente por donde está yendo la historia empieza a surgir dudas. Y giros extraños. Y escenas que si las trajéramos a la vida real serian estrafalarias y forzadas. Asumo que la clave está en verla solo como una historia de papel y dejarse llevar por el mood de verano que desprende, porque si algo me ha quedado claro es que 26 besos es una novela pasajera que viene y entretiene, pero que no va mucho más allá. Pero vayamos por partes y déjenme explicarme mejor. 

Vee tiene un reto de 26 besos, un verano para cumplirlo y una mejor amiga que la alienta a ello. Tiene también una familia peculiar: vive con su madre y su hermano, pero ocasionalmente visita a su padre, su nueva madrastra, su pequeña hermanastra y su enorme casa valorizada en varios miles de dólares. No se lleva mal con ellos pero tampoco lo bien que le gustaría, porque tienen una forma muy tradicional y perfeccionista de ver la cosas y Vee no la comparte. Por eso es que el reto es conocido solo por ella y Mel, pero, ¿cómo no van a empezar a correr rumores si empieza a besar chicos en un pueblo tan pequeño? Pero mi conflicto no es con ella ni su decisión de cumplirlo como reto, sino del propio dilema que tiene consigo misma y como pese a ser consciente de qué es lo que quiere, va y toma decisiones porque alguien – y no solo uno - le dice que el reto está antes que sus propios sentimientos (no de esa manera, pero el resultado es ese) y ella termina accediendo solo para no parecer una cobarde. Digo yo, ¿demostrar algo a alguien va por encima de demostrarse algo a sí misma? Estoy segura que si la autora hubiera decidido contarnos la historia desde un punto de vista que no fuera el de la propia protagonista, me temo que hubiera sido incapaz de entender las razones de Vee para tomar decisiones y la hubiera catalogada como pusilánime (que no lo es, pero por momentos pareciera).

En cuanto a las dosis de drama y romance, creo que ambas han sido manejadas bastante bien a lo largo de tres cuartos de la novela. Sin embargo, los últimos capítulos fueron... demasiado. Drama innecesario, giros algo estrafalarios y creo que demasiado romance edulcorado para mi gusto. No sé, siento que la autora tenía pocas páginas para cerrar la historia y condensó a la fuerza varios hechos en unos cuantos párrafos, siendo un resultado más bien extraño que rompe con el ritmo al que iba la historia. Pero en fin, retomando a lo que dije líneas anteriores: el secreto está en ver a 26 besos solo como una novela entretenida, para pasar el rato y reírse un poco con ella. Hay uno que otro personaje entrañable y pocas escenas que pueden resultar tiernas y hasta reflexivas. Pero en conjunto, creo que se disfruta más si se empieza a leer sin demasiadas expectativas.



Gracias a Distribuidora Inca por el ejemplar



Ver para leer: El último reino

8 jun 2017


Hace algunos meses empezó a sonar cierto murmullo: decían por ahí que había una serie muy parecida a Game of Thrones, que llegaba precisa para tratar de llenar ese vacío creado por la larga - larguísima - espera al que todo seguidor de la serie de Martin se ve expuesto una vez que ha caído en sus redes (y me refiero tanto a los libros como a la adaptación). Esta nueva historia llevaba el título de El último reino (The last kingdom) y desde un primer contacto nos podíamos ver ciertas semejanzas con el mundo creado por Martin. Pero quedan ahí, en semejanzas, y me niego a decidir cual es mejor que otra porque ni siquiera hablamos de un mismo género a partir del cual se pueda comparar. Pero vayamos por partes, que hay varias cosas muy puntuales que me han llamado la atención de esta nueva apuesta de la BBC. 

Mucho se ha escrito y producido sobre la historia de Inglaterra. Desde la dinastía de los Tudor - imposible olvidar a Jonathan Rhys-Meyer como Enrique VIII - hasta The Crown, una de las apuestas más fuertes de Netflix que nos llevaban a conocer el talento de la genial Claire Foy, pasando por los años veinte que aborda Downton Abbey y en el medio, una variada cantidad de películas y series que retratan (algunas de manera más fiel y elaboradas que otras) las diferentes épocas y los años de gloria de la isla británica. Pero en fin, ¿qué había sobre el periodo antes de las grandes monarquías y la suntuosidad de las cortes? ¿Que existió antes de que Inglaterra fuese un reino, Gales otro y Escocia otro más? Al menos yo no había visto nada (si alguien conoce, por favor, déjenme una recomendación en los comentarios) y es ahí donde llega The last kingdom, a llenar ese vacío en mi ligera obsesión por la historia inglesa y a darme una nueva perspectiva de lo que ya conocía.


Uhtred de Bebbanburg es nuestro protagonista, un niño que no nació con ese nombre pero que tuvo que adoptarlo a la muerte de su hermano. Temerario (o caprichoso) sigue a su padre a una batalla contra los daneses que pretenden invadir sus tierras, un momento clave en el que es testigo de la muerte de su progenitor, en la que instantáneamente hereda el liderazgo de Bebbanburg y en el que, para bien o para mal, es capturado por los daneses que piden una fortuna a cambio de su libertad. Pero el ambicioso tío de Uhtred lo prefiere muerto y el niño toma la decisión de quedarse con Ragnar y criarse junto a sus hijos, creciendo como un chico inglés con costumbres danesas, un dilema entre ser fiel a la patria que lo vio nacer o a aquellos que le enseñaron quién ser. Y aunque esto tome casi un tercio del libro, en la serie es apenas un capítulo, que sienta las bases de la historia, presenta a los personajes principales y nos da un giro desde ya inesperado que cambia el curso de lo que pudo haber sido la vida de Uhtred (y aunque sé que no es EL spoiler, no pienso contarlo para no malograr la experiencia). 

Así es cómo empieza The saxon stories, la saga escrita por Bernard Cornwell y debo decir que adaptada con bastante fidelidad a la pantalla chica. Claro, siempre hay cosas que no pueden traspasar el papel por cuestiones de tiempo o presupuesto, pero lo que me he encontrado en esta primera temporada me ha gustado mucho y desde ya me ha predispuesto a continuar con las que siguen, porque desde el primer episodio somos conscientes de lo que nos vamos a encontrar en la serie: batallas épicas, vestuarios medievales, personajes entrañables (masculinos y femeninos, que aquí las mujeres también tiene roles importantes), alguna escena muy ocasional de sexo, pero sobretodo, esa sensación constante de elegir un bando u otro, sin traicionar a su familia de sangre o de corazón en su camino por recuperar Bebbanburg. ¿Realmente les suena a Game of Thrones? Quizás un poco, pero hay que tener en cuenta que en The last kingdom estamos frente a ficción histórica, con dosis de mitología nórdica y religión cristiana, pero no veremos criaturas extrañas. Aquí asistimos a la historia de la creación de Inglaterra a través de los ojos de Uhtred, cuando las Lundene (luego Londres) no era capital y cuando los vikingos recorrían el territorio de saqueando y conquistando pueblos para su propio beneficio. 


¿Que si he encontrado algo que no me gustara de The last kingdom? Increíblemente no se me viene nada a la cabeza. Quizás el ritmo por momentos cojea un poco, pero de ahí la producción en general me ha resultado precisa. No soy experta en audiovisuales, pero como lectora y aficionada a las series, puedo decir que me ha gustado y que recomiendo muchísimo si 1) nunca has visto series históricas porque piensas que puede resultar aburrido 2) si eres fan de GoT, Vikings o similares y buscas algo más con que llenar el vacío 3) Si has leído el  primer libro y como yo seguimos a la eterna espera del siguiente tomo o 4) Quieres invertir tu tiempo en un producto de calidad (y de paso aprender mucho sobre la creación de Inglaterra). Sea cual sea la razón, aviso que en Netflix encuentran la primera temporada (y la segunda se suma este mes), así que no hay excusa.


Cristina Ramírez.

Ver para leer: Anne with an E

6 jun 2017


Érase una vez una niña huérfana que llegó a Anvolea buscando una familia feliz... 
Anne with an E (con una E, por favor, para que suene más sofisticado) es una de las nuevas propuestas de Netflix: una serie que rescata la conocida novela de Lucy M. Montgomery y la trae nuevamente a la pantalla, esta vez de la mano de Amybeth McNulty como la pelirroja Anne y R.H. Thomson junto a Geraldine James como Matthew y Marilla Cuthbert. Pero, ¿de qué va todo esto? Confieso que yo me hacía la misma pregunta. Conocía de oídas, de forma muy superficial, la historia de Anna y su vida en Green Gables, por lo que ver esta serie ha sido como entrar de lleno en su mundo. Normalmente tengo la manía de leer los libros antes de comenzar con la adaptación, pero en este caso fue inevitable. Vi la opción en Netflix, le di clic para probar los primeros minutos ... y el carisma que desborda esta nueva Anne hizo el resto. 

Parlachina hasta decir basta, soñadora y con ganas de comerse al mundo, Anne Shirley llega a la Isla del Príncipe Eduardo para integrarse a la familia Cuthbert. Sin embargo, cuando Mathew Cuthbert va a recoger al nuevo integrante, se da cuenta de que no es el niño que solicitaron para que trabaje en la granja, sino una chiquilla de grandes ojos, cabello rojo fuego y una cantidad insaciable de curiosidad. Incapaz de negarse se la lleva a casa y aunque su hermana, Marilla, no esté de acuerdo acceden a tenerla una semana a prueba. Sin embargo, con su sagacidad, su curiosidad infinita y su propia forma de ser, Anne se las arregla para meterse en más de un enredo, conocer nuevos amigos y sobre todo, hacerse un espacio en la población de Anvolea, la cual reacciona - algunos bien, otros no tanto - ante esa chispa que tiene esta niña de doce años. 


Siete capítulos tiene la serie y aunque el primero pueda ser larguísimo, lo cierto es que uno queda con el bichito de la curiosidad y necesita continuar. Esta vez no me puse en plan crítica porque apenas conocía algo de la novela y lo mejor que pude hacer es dejarme llevar por la historia. No podría decir qué tan fiel es o no al libro, pero sí puedo decir que han hecho un buen trabajo recreando la Isla y los personajes. Anvolea es un personaje más, lleno de escenarios preciosos, de rincones escondidos en la naturaleza en la que pueden cocerse un montón de historias. No les miento cuando digo que me sentía como Anna, con ganas de conocer cada resquicio, cada bosque y cada riachuelo. Con un contexto así, ¿como no enamorarme de la serie? Esa paz y tranquilidad que da el campo traspasa la pantalla y al menos yo, que adoro escaparme de la ciudad siempre que puedo, lo he disfrutado demasiado.


No estoy tan segura de cual es el período que abarca Ana de las tejas verdes, pero en Anne with an E (al menos los siete primeros episodios) vemos sus inicios en la Isla y los primeros meses de convivencia con los Cuthbert y los demás pobladores. Malentendidos, problemas económicos, pérdidas y hasta un incendio son algunas de las cosas que ocurren, pero también somos testigos de como Anne, ansiosa por forjar vínculos afectivos, empieza a ganarse el corazón de los Cuthbert, de los vecinos, de quienes serán sus mejores amigos e incluso del adorable Gilbert Blythe. Su vida como niña huérfana no ha sido fácil, pero sus ganas de pertenecer a una familia la llevan a sortear toda clase de problemas con una inmensa sonrisa y un agudo ingenio (claro que hay momentos de drama, pero los necesarios). Sin duda creo que Amybeth McNulty ha hecho un estupendo trabajo encarnado a Anne Shirley y de corazón, espero verla crecer junto al personaje y al resto de elenco que conforma la serie. A propósito de eso... ¿alguno sabe si Netflix continuará produciendo la serie? En lo personal espero que sí, me ha gustado esta propuesta tanto en guión, trabajo de producción y la elección de cast, así que con este post, de alguna manera, aporto mi granito de arena para que tú también te animes a verla y podamos ver más de las ocurrencias de Anne pronto. 

Por cierto, no quería cerrar la entrada sin un par de recomendaciones. La primera, por supuesto, es Ana de las tejas verdes (y toda la serie), un título que a mismo apunto a mi Wishlist porque no hay forma de dejarlo pasar una vez que has visto la serie (ni antes, me atrevería a decir). La segunda es Papá piernas largas, de Jean Webster, una novela que me recordó mucho a la de Ana por la fuerza de su protagonista y el mensaje que deja para sus lectores. Y sin más, me despido por esta entrada deseando leer sus comentarios. ¿Ya han visto Anne with an E o tienen planeado hacerlo? Los estaré leyendo.






Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes

1 jun 2017


Para ser princesa no necesitas un príncipe azul.
Esa es la idea que Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes busca trasmitir. Entre sus páginas encontraremos cien historias cortitas (de apenas una página cada una) de cien mujeres que inspiraron con sus acciones parte de la historia de la humanidad. Algunas realizaron grandes descubrimientos, otras movilizaron multitudes para hacer valer sus derechos. Algunas gobernaron imperios, otras superaron sus propias adversidades. Cada una, a su manera, hizo algo que cambió la forma de ver el mundo de muchas personas, demostrando que las mujeres poseen fuerza, valentía y las ganas necesarias para vencer obstáculos, pero sobre todo, que la igualdad de derechos y oportunidades debe primar por sobre todas las cosas.


¿A que es una edición bonita? Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes no es sólo una compilación de historias escritas, sino también de ilustraciones de más de cincuenta artistas alrededor del mundo. Es un gran trabajo colectivo, visualmente bonito, pero con un contenido aún mejor que busca llegar al corazón de cada lector o lectora, tenga la edad que tenga. Y al final viene con unas páginas extra, para contar nuestra propia historia y reflejarnos en el papel para exteriorizar aquello que nos hace valientes.


¿Quienes están presente es esta recopilación? Activistas, deportistas, científicas, escritoras, espías, piratas, emperatrices, guerreras y muchas más. Mujeres que vivieron en diferentes épocas, países y con variadas costumbres. Mujeres jóvenes y no tanto, mujeres que podemos ver hoy en día y otras cuyas historias han quedado en la memoria de millones. Entre las más conocidas están Frida Kahlo, Coco Channel, Virginia Woolf o Malala Yousafzai; pero lo genial es que este libro le da espacio también a aquellas cuyos nombres quizás no sean tan populares, pero cuyas historias merecen ser conocidas por la importancia de lo que hicieron. Eufrosina Cruz, Hatsheput, Lakshmi Bai, Maya Angelou, Harriet Tubman o Jessica Watson son algunas de las que recuerdo ahora mismo, pero hay muchas más esperando para contarles su historia, 



En conclusión, que Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes es un increíble trabajo que cae perfecto en el momento ideal para visibilizar a cientos de mujeres que merecen ser recordadas y para, de alguna manera, recordarnos que aún falta mucho por hacer en nuestra sociedad. Una sola cara por cada historia queda corta (no saben cómo he deseado seguir leyendo más, pero siempre quedará el Internet para investigar) y he echado en falta muchas otras figuras que también deberían tener un espacio en esta compilación. Será motivo para una segunda entrega, ¿no creen?. De momento, cierro esta fotoreseña con la sensación de haber encontrado una pequeña joya, una que estoy deseando compartir con todos porque es de esos libros que merecen leerse al menos una vez en la vida.



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