Reseña: Papá Piernaslargas

Papá Piernaslargas
Mi puntuación: ★ ★ ★ ★
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Jerusha Abbott - más conocida como Judy - tiene diecisiete años y está a punto de salir a conocer el mundo. Como muchos, creció en un orfanato con ciertas limitaciones, siendo consciente de que más allá de esas cuatro paredes había mucho por explorar, mucho que aprender y toda una vida por vivir. pero a sus diecisiete años su suerte parece cambiar: un misterioso benefactor se ofrece a pagarle los estudios universitarios, un sueño hecho realidad para la ingeniosa y aventurera Judy. Sólo pide a cambio una cosa: que cada mes, puntualmente, le escriba una carta contándole su día a día, las experiencias que va viviendo y cómo va progresando. Cómo si fuera a sus propios padres, pero sin esperar una respuesta a cambio. Por supuesto, tampoco vale hacer preguntas. Judy lo llama Papá Piernaslargas, porque lo único que sabe de él son tres cosas: que es un hombre muy alto, muy rico y que no le tiene mucho aprecio a las chicas. Pero ella está dispuesta a aprovechar la oportunidad que le dan y sí empieza esta historia, con una carta que le sucede a otra, todas remitidas a ese misterioso señor al que Judy empieza a tomarle cariño.

Papá Piernaslargas es una lectura que tenía pendiente desde hace muchísimo tiempo. Años, para ser sincera, pero nunca veía el momento en el cuál podría sentarme a leer y disfrutar cada una de sus páginas. La novela no es larga, pero es precisamente en su longitud y los detalles donde radica el encanto. Escrita en forma de cartas, cada una de las páginas desborda el agudo e ingenioso sentido del humor de nuestra protagonista, quién con una voz dulce pero desenfadada nos va contando su día a día: los temores iniciales, la alegría de estar en un entorno diferente, la forma en que ve y compara al mundo y las personas que va conociendo. Sabe que no tendrá respuesta alguna, pero el simple hecho de escribir es para Judy toda una aventura, una forma de exteriorizar todo aquello que siente y aprender a partir del conocimiento de sí misma.

¡Un barco, capitán Piernas Largas!
¡Basta! ¡Amarren! ¡Estribor! ¿Adivina lo que estoy leyendo? Estos dos últimos días, nuestra conversación se ha centrado exclusivamente en náutica y piratería. ¡Qué divertida es La isla del tesoro! ¿La ha leído?

Como toda hija - las adoptivas se incluyen - los roces y pequeñas discusiones también tienen espacio en esta historia porque la vida no es color de rosa. Ese, queridos lectores es uno de los grandes puntos a favor de esta historia: puede que la relación entre Judy y su benefactor sea puramente epistolar, pero no hay duda de que vemos la evolución de nuestra protagonista a través de sus cartas. No sólo como escritora (ella sueña con publicar una novela), sino también como mujer y como persona. De la chica vivaracha y casi temeraria a una joven que toma decisiones que se ajusten a sus planes, de carácter firme e independiente, pero sin perder ese encanto tan suyo, esa chispa única que mezcla una forma sincera e inteligente de saber expresarse ¡he disfrutado cada una de tus cartas, querida Judy!

La cualidad más importante que puede tener una persona es la imaginación, porque es lo que hace posible que alguien se ponga en el lugar del otro. Y eso vuelve a la gente comprensiva y capaz de compasión.

Si hay algo que tuviera que reprocharle a Jean Webster y su Papá Piernaslargas es el último giro de la historia. No me pareció malo, pero tampoco terminaba de creerlo. O quizás es que, habiendo construido una historia tan bonita, una relación diferente pero especial entre Judy y su padre, ese giro llevara a la historia por otro camino. Tal vez la rara sea yo, pero si quitásemos eso y esa última carta, siento yo que la historia hubiera quedado perfecta.

En resumen, Papá Piernaslargas es una novela corta, sencilla, pero no por ello menos interesante. Jerusha logra engancharte desde la primera página y estoy casi segura de que te sacará varias risas a lo largo de su historia. Por cierto, ¿no les queda la duda de quién es el famoso y muy mencionado Papá? Eso les dejo de tarea a ustedes, pero adelanto que aunque hay pistas, la revelación final no deja de sorprenderme.