Reseña: Anna vestida de sangre

ANNA VESTIDA DE SANGRE

Mi puntuación: ★ ★ ★ 
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La pequeña ciudad canadiense de Thunder Bay es el escenario perfecto para una historia de fantasmas. O al menos, eso piensa Cas cuando pone un pie en ella. Ahí vive (o mejor dicho, vivía) Anna, una chica que fue asesinada en desconocidas circunstancias y cuyo fantasma ahora vaga por la casa que solía ser de su familia. Pero Anna no es un fantasma pasivo, todo lo contrario. A ella se le han atribuido una decena de muertes en los últimos años y lo que es peor, sin encontrar rastros de violencia o cadáveres que la delaten. Sin embargo las leyendas existen y a ellas acudirá Cas para acabar de una vez por todas con la existencia de un fantasma que lleva atormentando a los lugareños desde hace varias décadas. En su camino encontrará a Thomas, un chico extraño con pintas de brujo, y a Carmel, la reina del instituto, que de una manera u otra se ven involucrados en el asunto y harán todo lo posible por poner fin a una racha de sangre y asesinatos despiadados.

Leer Anna vestida de sangre no estaba entre mis planes pero fue imposible no llevármelo a casa. Y ahora me doy cuenta de que fue una decisión acertada. No suelo leer novelas de terror - soy bastante miedosa en ese asunto - pero en este caso no podría etiquetar a este libro bajo dicha categoría. Es cierto que tiene sus momentos oscuros, aquellos que rezuman tensión y logran escarapelarte el cuerpo, pero son mas bien pocos como para poder generalizar a toda la novela. Creo que eso hace que me haya gusta más de lo que pensaba porque si luego no hubiese podido dormir tranquila definitivamente no hubiese sido una buena experiencia.

Hay veces que mi imaginación suele jugarme malas pasadas: suelo anticipar los finales y cuando llegan - por muy increíbles que sean - no terminan de sorprenderme porque ya lo había pensado. ¿Les ha pasado alguna vez? No obstante, en este caso no ha ocurrido: he estado tan absorta en la historia que nunca llegué a considerar un hipotético final. La pluma de la autora ha sabido atraparme desde las primeras páginas y le agradezco mucho por ello. No sólo ha entretejido una historia juvenil con pinceladas de terror, sino también ha desarrollado un buen protagonista y unos personajes secundarios más que rescatables, añadiendo a ello las dosis justas de misterios, humor, una pizca de violencia y las escenas suficientes de esoterismo.

Las cosas que los ojos ven claramente y no pueden olvidar son peores que las oscura figuras acurrucadas fruto de la imaginación. 

La imaginación tiene poca memoria; los ojos recuerdan mucho más tiempo.

Cas Lowood se aleja de los típicos protagonistas sexys que destilan chulería por todos los poros. Aquello que lo mueve a codearse con fantasmas no es sólo el legado familiar, sino también la venganza: cargarse a aquel que arrancó a su padre de este mundo es su mayor propósito en la vida y si para eso tiene que alejarse de su madre y sus pocos amigos con el fin de protegerlos, pues lo hará y punto. Por otra parte, ¿quién diría que la perfecta reina del instituto sería además una perfecta compañera de aventuras? Junto a Thomas hacen el equipo perfecto, pese a que en un primero momento no me mostré muy de acuerdo. No obstante, si hay algo que me pareció que sobraba fue la parte romántica. O sobraba o le faltó desarrollo. Lo sentí bastante carente de emoción e incluso fuera de lugar, pero espero que se desarrolle mejor en su continuación.

Otro punto en el que me hubiera gustado más desarrollo es con el personaje de Anna. Conocer un poco más de su pasado y de momentos posteriores a su muerte hubiesen sido interesantes. Por último, aunque el libro podía quedar cerrado con esta entrega, hubo un par de dudas definitivamente necesito resolverlas. Será motivo para conseguir Anna desde el infierno y averiguar de una ves por todas, cómo continúan las cosas en Thunder Bay y si Cas obtendrá eso que tanto ansía. 

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