Reseña: The Giver

El Dador de recuerdos 
Serie: The Giver (1 de 4)
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Un mundo bajo control es un mundo perfecto.

Jonás vive en la Comunidad, un lugar donde la igualdad prima sobre todas las cosas: a cada quién se le asigna una tarea y son supervisados por un Concejo que decide qué hacer en cada situación. Las Unidades Familiares se conforman por decisión de ellos, así como los hijos que tendrán y las ocupaciones de cada uno según sus habilidades. No hay espacio para colores ni para el odio o las mentiras. Tampoco para el amor o los sueños. En la Comunidad no hay lugar a elecciones: o acatas las normas o eres Liberado. Cuando cada niño cumple los doce años, se le asigna la tarea que dirigirá su vida a partir de ese momento. Jonás está impaciente, teme que aquello que elijan para él no sea de su agrado. Pero cuando el Concejo escoge que él será el próximo Receptor de Memoria, tanto él como los demás ciudadanos sólo pueden expresar su sorpresa... y también algo de recelo.

La tarea de Jonás es la más extraña dentro de su mundo, pero también una de las que inspiran mayor respeto. Nadie más que el Receptor anterior sabe lo que se hace y según le han dicho, ello implica mucha valentía y ser capaz de soportar un dolor como ningún otro. Jonás está dispuesto a aceptarlo, a cumplir con su deber. Pero hará falta más que valentía para realmente ser capaz de cargar con los recuerdos  que se han acumulado a lo largo de los años sin desear abandonarlo todo en el camino.

Aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo

Se suele catalogar a El dador de recuerdos como una historia infantil, no sé si por su extensión, por los personajes o por el tema que trata. Personalmente, yo creo que es un libro que cualquier persona disfrutaría - sea de la edad que sea - porque más allá del mundo que la autora dibuja con pinceladas acertadas de una prosa sencilla hay una historia que encierra varios mensajes entre sus páginas. Todo aquello que el Consejo ha considerado necesario ocultar son los recuerdos de guerra, de dolor. Pero también aquellos de sentimientos tan hermosos como el amor. Pero, ¿esconder aquellas cosas que realmente sirve para mantener la igualdad? ¿Está bien privar a las personas de ciertos recuerdos solo para tener una sociedad perfecta y armoniosa? Esta es la premisa que nos presenta Lois Lowry en su libro y el dilema al que Jonás deberá enfrentarse. 

Quizás el argumento de la novela les haya sonado a alguna distopía (o varias) conocidas, pero lejos de echarse para atrás, creo que esta sería una de las razones para leer este libro. El dador de recuerdos fue publicada en 1993, por lo que no podría decirse que se une al boom distópico que ha habido en los últimos años, pero no deja de ser una novela que se disfruta de principio a fin. Si bien la novela es corta, creo que la autora da el tiempo necesario para que cada aspecto logre desarrollarse lo suficiente, aunque sí que he extrañado un poco más de profundidad en ciertos detalles. 

Les aseguro que quisiera comentar más cosas de la historia, pero dada la extensión de la novela creo que no sería posible sin contar algunos spoilers. Si te gustan las distopías, te aseguro que esta novela presenta ciertos elementos originales que seguramente podrán convertirla entre tus preferidos. Sino, tampoco hay pierde: el mensaje que deja es de aquellas que llegan directo al corazón. En conclusión, El dador de recuerdos es una historial que te lleva a ver la perfección dentro de una sociedad imperfecta, reafirmando que son esas diferencias lo que nos hace especial a cada uno de nosotros. Va también de los sentimientos, de la manera en que enriquecen nuestra existencia. Pero sobre todas las cosas, creo que va sobre la libertad que cada uno tiene de elegir de tomar sus propias decisiones, de equivocarse, pero de aprender de los errores y ser feliz de superar esos obstáculos.

Gracias a Ibero Librerías por el envío del ejemplar

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